La poda y el recorte del romero
La poda es una de las tareas de mantenimiento más importantes para mantener un arbusto de romero sano, productivo y estéticamente agradable. Lejos de ser un acto perjudicial, un recorte regular y bien ejecutado estimula a la planta a producir un crecimiento nuevo, tierno y lleno de aroma, a la vez que previene que se vuelva leñosa, desgarbada y con el centro despoblado. Dominar las técnicas de poda no solo te permitirá dar forma a tu romero según tus deseos, ya sea como un seto formal o una mata informal, sino que también mejorará su vigor general y su longevidad. Además, cada corte es una oportunidad para cosechar sus fragantes ramas para la cocina.
El objetivo principal de la poda del romero es fomentar un crecimiento denso y compacto. Sin la intervención de la poda, el romero tiende a desarrollar tallos largos y leñosos que eventualmente pierden sus hojas en la base, dejando un centro desnudo y poco atractivo. La poda regular de las puntas de los tallos estimula la ramificación lateral justo debajo del corte, lo que resulta en un arbusto mucho más tupido y lleno. Esta práctica no solo mejora la apariencia de la planta, sino que también maximiza la producción de follaje joven, que es el más sabroso y aromático para el uso culinario.
Otro beneficio fundamental de la poda es la mejora de la circulación del aire a través de la planta. Un arbusto denso y enmarañado puede atrapar la humedad y crear un microclima ideal para el desarrollo de enfermedades fúngicas como el oídio. Al recortar y entresacar selectivamente algunas ramas, se permite que el aire y la luz del sol penetren en el interior de la planta. Esto ayuda a mantener el follaje seco, reduce la incidencia de enfermedades y asegura que las hojas internas también puedan realizar la fotosíntesis de manera eficiente, contribuyendo a la salud general de la planta.
La poda también es una herramienta esencial para controlar el tamaño y la forma del romero. Dependiendo de la variedad, el romero puede convertirse en un arbusto de tamaño considerable, llegando a medir hasta dos metros de altura y anchura. La poda regular te permite mantenerlo en el tamaño deseado para el espacio que ocupa en tu jardín. También puedes utilizar la poda para darle una forma específica, como una esfera, un cono o incluso un pequeño árbol estándar mediante una técnica de formación más avanzada. La eliminación de ramas muertas, dañadas o enfermas también forma parte de una buena rutina de poda, manteniendo la planta limpia y saludable.
Finalmente, cada vez que podas tu romero, estás cosechando. Las ramas recortadas son perfectas para usarlas frescas en asados, guisos o para infundir aceites y vinagres. También se pueden secar para su uso a largo plazo, colgadas en pequeños manojos en un lugar oscuro, seco y bien ventilado. La poda regular te asegura un suministro constante de romero fresco, eliminando la necesidad de realizar una cosecha masiva que podría estresar a la planta. Es una simbiosis perfecta: al cuidar la forma de la planta, obtienes sus valiosos productos.
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Cuándo y cómo podar
El momento ideal para realizar la poda principal del romero es justo después de que haya terminado su ciclo de floración principal, lo que suele ocurrir a finales de la primavera o principios del verano. Podar en este momento le da a la planta tiempo suficiente durante el resto de la temporada de crecimiento para producir nuevo follaje y recuperarse antes de la llegada del invierno. Evita realizar podas fuertes a finales del otoño o en invierno, ya que esto puede estimular un nuevo crecimiento tierno que sería muy susceptible a los daños por heladas. Sin embargo, la cosecha ligera de ramitas para la cocina se puede hacer en cualquier momento del año.
Utiliza siempre herramientas de poda limpias y afiladas, como tijeras de podar de mano o un cortasetos para trabajos más grandes. Los cortes limpios cicatrizan más rápido y son menos propensos a las infecciones por enfermedades. Una regla general importante es no eliminar nunca más de un tercio de la masa total de la planta en una sola sesión de poda. Una poda demasiado drástica puede causar un shock severo a la planta del cual podría no recuperarse. Es mejor realizar podas más ligeras pero más frecuentes que una poda severa y esporádica.
La técnica de poda más común es el recorte de las puntas. Simplemente recorta los últimos 10-15 centímetros de cada tallo. Esto fomentará la ramificación y mantendrá la planta compacta. Al realizar los cortes, procura hacerlo justo por encima de un nudo de hojas. Además de este recorte general, inspecciona la planta y elimina cualquier rama que esté muerta, rota o que crezca hacia el interior del arbusto, cruzándose con otras ramas. Esto abrirá el centro de la planta y mejorará la circulación del aire.
Una de las reglas más importantes al podar romero es evitar cortar la madera vieja y sin hojas. A diferencia de muchas otras plantas, el romero tiene dificultades para producir nuevos brotes a partir de la madera leñosa y desnuda. Si podas una rama hasta una sección donde no hay hojas, es muy probable que esa rama muera por completo. Asegúrate siempre de dejar varias hojas verdes o brotes en la parte de la rama que permanece en la planta para que pueda seguir creciendo y produciendo nuevo follaje a partir de esos puntos.
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Poda de rejuvenecimiento y formación
Con el tiempo, incluso con podas regulares, un arbusto de romero puede volverse excesivamente leñoso y menos productivo. En estos casos, se puede intentar una poda de rejuvenecimiento, aunque debe hacerse con precaución. Este tipo de poda se realiza mejor de forma gradual, a lo largo de dos o tres años. Cada año, a principios de la primavera, elimina aproximadamente un tercio de los tallos más viejos y leñosos, cortándolos lo más cerca posible de la base de la planta, pero asegurándote de cortar justo por encima de algún brote lateral bajo si es posible. Esto estimula el crecimiento de nuevos tallos desde la base.
Al distribuir la poda de rejuvenecimiento a lo largo de varios años, la planta no sufre el shock de una poda drástica y siempre conserva suficiente follaje para realizar la fotosíntesis y recuperarse. Después de dos o tres años de este tratamiento, habrás reemplazado la mayor parte de la madera vieja por crecimiento nuevo y vigoroso, resultando en un arbusto rejuvenecido. Este método es arriesgado y no siempre tiene éxito, especialmente en plantas muy viejas. A veces, es más fácil y seguro simplemente reemplazar la planta vieja por una nueva propagada a partir de un esqueje.
La poda de formación se utiliza para dar al romero una forma ornamental específica, como en el arte del topiario. Esto requiere podas frecuentes y ligeras a lo largo de toda la temporada de crecimiento. Comienza con una planta joven y decide la forma que deseas lograr. Utiliza pinzamientos y recortes regulares para guiar el crecimiento en la dirección deseada, eliminando cualquier brote que se desvíe de la forma deseada. La formación de topiarios requiere paciencia y dedicación, pero puede resultar en piezas centrales espectaculares para el jardín o el patio.
Para crear un romero en forma de árbol estándar, selecciona una planta joven con un solo tallo central fuerte y recto. Elimina todas las ramas laterales a lo largo de la parte inferior de este tallo a medida que crece, dejando solo el crecimiento en la parte superior. Una vez que el tallo principal haya alcanzado la altura deseada, pinza la punta para estimular la ramificación en la parte superior, formando una «cabeza» de follaje. Continúa podando esta cabeza para mantenerla compacta y esférica, y sigue eliminando cualquier brote que aparezca en el «tronco».
