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La poda y el recorte de la verdolaga de flor

La verdolaga de flor es una planta de una belleza natural tan equilibrada que rara vez exige la intervención de las tijeras de podar. Su hábito de crecimiento, típicamente rastrero y auto-ramificante, le permite formar densas y coloridas alfombras florales sin necesidad de una poda estructurada o regular. Sin embargo, aunque no es un requisito indispensable para su supervivencia, ciertas técnicas de recorte y pinzado, aplicadas de manera estratégica, pueden mejorar significativamente su apariencia, fomentar una floración aún más abundante y mantener la planta con un aspecto vigoroso y ordenado durante toda la temporada.

El concepto de «poda» en el contexto de la verdolaga de flor se aleja de los cortes drásticos que requieren otras plantas. En su lugar, se centra en intervenciones sutiles y de mantenimiento, como el pinzado de los brotes apicales para promover un crecimiento más compacto o la eliminación de flores marchitas para prolongar el período de floración. Estas prácticas no son obligatorias, pero son herramientas valiosas en el arsenal del jardinero para optimizar el rendimiento estético de la planta.

El objetivo principal de cualquier recorte en la verdolaga de flor es redirigir la energía de la planta. Al eliminar ciertas partes, como las flores gastadas que se convertirían en semillas, o las puntas de los tallos, se incentiva a la planta a invertir sus recursos en la producción de nuevos brotes laterales y, consecuentemente, más flores. Es una forma de comunicarse con la planta, guiando su crecimiento hacia el resultado deseado: una mata más densa y una floración más espectacular.

En los siguientes apartados, abordaremos las técnicas de poda y recorte más relevantes para la verdolaga de flor. Explicaremos en detalle en qué consiste el pinzado y cuáles son sus beneficios, la importancia de la eliminación de flores marchitas (deadheading) y cómo realizar una poda de limpieza para mantener la salud y el vigor de la planta a lo largo de su ciclo de vida. Con estos consejos, podrás llevar el cuidado de tus verdolagas a un nivel superior.

El pinzado para fomentar un crecimiento compacto

El pinzado es una técnica de poda muy sencilla pero extremadamente efectiva para mejorar la forma y la densidad de la verdolaga de flor. Consiste en pellizcar o cortar las puntas de los tallos en crecimiento, justo por encima de un par de hojas. Esta acción elimina la yema apical, que es la responsable del crecimiento en longitud del tallo. Al eliminarla, se rompe la dominancia apical y se estimula a las yemas laterales, situadas en las axilas de las hojas inferiores, a que broten y desarrollen nuevas ramas.

El resultado de esta práctica es una planta mucho más tupida, densa y ramificada. En lugar de tener unos pocos tallos largos y posiblemente desgarbados, se obtiene una mata compacta y llena de brotes. Dado que cada nuevo brote tiene el potencial de producir flores, el pinzado no solo mejora la forma de la planta, sino que también incrementa de manera significativa el número total de flores que producirá a lo largo de la temporada. Es una técnica especialmente beneficiosa para las plantas cultivadas en macetas, cestas colgantes y borduras de arriates.

El mejor momento para realizar el pinzado es al principio de la temporada de crecimiento, cuando las plantas jóvenes tienen unos 10-15 centímetros de altura. En esta etapa, la planta está en pleno desarrollo vegetativo y responderá rápidamente al estímulo, ramificándose con vigor. Puedes realizar el pinzado simplemente con las yemas de los dedos, pellizcando la punta del tallo, o utilizar unas tijeras pequeñas y afiladas para un corte más limpio.

A lo largo del verano, si observas que algunos tallos crecen más rápido que otros y empiezan a dar a la planta un aspecto desigual, puedes volver a pinzarlos para mantener una forma compacta y redondeada. No temas cortar la planta; la verdolaga de flor es muy resistente y se recuperará rápidamente, recompensándote con un crecimiento aún más denso. Esta simple acción puede transformar una planta de aspecto corriente en un espécimen espectacularmente frondoso y florido.

La eliminación de flores marchitas

La eliminación de las flores marchitas, una práctica conocida en jardinería como «deadheading», es otro tipo de recorte muy beneficioso para la verdolaga de flor. El objetivo principal de una planta, desde un punto de vista biológico, es reproducirse, lo que implica producir semillas. Una vez que una flor ha sido polinizada y comienza a marchitarse, la planta invierte una cantidad considerable de energía en desarrollar la cápsula de semillas. Al retirar la flor gastada antes de que forme semillas, se interrumpe este proceso.

Al impedir la producción de semillas, se «engaña» a la planta para que siga produciendo más flores en un intento continuo de reproducirse. Toda la energía que se habría destinado a las semillas se redirige hacia la formación de nuevos capullos florales. El resultado es un período de floración notablemente más largo y una exhibición de color mucho más continua y profusa. Además, la eliminación de las flores marchitas le da a la planta un aspecto mucho más limpio, cuidado y estéticamente agradable.

El proceso de deadheading es muy simple. Inspecciona tus plantas regularmente y, cuando veas una flor que se ha marchitado y cerrado definitivamente, simplemente pellízcala y retírala del tallo. Puedes quitar solo la flor o el pequeño pedúnculo que la une al tallo principal. Para un trabajo más rápido en plantas grandes, puedes usar unas tijeras de podar pequeñas y precisas.

Aunque muchas variedades modernas de verdolaga de flor son «autolimpiables», lo que significa que las flores marchitas caen por sí solas de forma relativamente limpia, la práctica del deadheading sigue siendo beneficiosa para maximizar la producción de flores. Hacia el final de la temporada, a finales del verano o principios del otoño, puedes dejar de eliminar las flores marchitas si deseas que la planta produzca semillas para recolectar y sembrar al año siguiente, o para que se autosemille en el jardín.

La poda de limpieza y mantenimiento

Además del pinzado y la eliminación de flores marchitas, existe una poda de mantenimiento general que contribuye a la salud y el buen aspecto de la verdolaga de flor. Esta poda de limpieza se puede realizar en cualquier momento de la temporada de crecimiento y consiste en eliminar cualquier parte de la planta que esté dañada, enferma o muerta. Esto incluye hojas amarillentas, tallos secos o quebrados, o cualquier parte que muestre signos de enfermedad fúngica.

Retirar el material vegetal dañado tiene múltiples beneficios. En primer lugar, mejora la apariencia general de la planta, manteniéndola con un aspecto fresco y saludable. En segundo lugar, y más importante, ayuda a prevenir la propagación de enfermedades. Las hojas y tallos muertos o enfermos pueden albergar esporas de hongos u otros patógenos que podrían infectar al resto de la planta. Al eliminarlos rápidamente, se reduce el riesgo de que los problemas se extiendan.

Esta poda de saneamiento también mejora la circulación de aire a través de la planta. Al eliminar el follaje denso y muerto de la base, se permite que el aire fluya más libremente, lo que ayuda a que la planta se seque más rápido después del riego y reduce la humedad que favorece el desarrollo de hongos. Utiliza siempre herramientas de corte limpias y afiladas para realizar cortes precisos y evitar desgarrar los tejidos de la planta.

Hacia el final de la temporada, a medida que el clima se enfría, la verdolaga de flor comenzará a decaer de forma natural. En este punto, no es necesario realizar más podas de mantenimiento. Si vives en un clima donde la planta actúa como anual, simplemente puedes retirarla del jardín después de la primera helada fuerte. Si intentas invernarla en interior, una poda de limpieza y recorte, como se describió en el capítulo anterior, será el primer paso para prepararla para su traslado.

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