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La poda y el recorte de la rúcula

Aunque el término «poda» puede sonar demasiado formal para una verdura de hoja como la rúcula, las técnicas de recorte y cosecha selectiva son, en esencia, una forma de poda que gestiona el crecimiento de la planta, estimula la producción y prolonga el período de cosecha. A diferencia de la poda de árboles frutales o arbustos, que se centra en la estructura, el recorte de la rúcula tiene como objetivo principal la recolección de hojas y el mantenimiento de la planta en un estado vegetativo y productivo. Dominar estas sencillas técnicas es clave para maximizar el rendimiento de tu cultivo y disfrutar de un suministro continuo de hojas frescas y sabrosas.

La principal técnica de recorte para la rúcula es el método conocido como «cortar y volver a crecer» («cut-and-come-again» en inglés). Este enfoque es ideal para los jardineros domésticos, ya que permite múltiples cosechas de un solo grupo de plantas. Consiste en recolectar las hojas exteriores más maduras de la roseta, dejando intacto el cogollo central y las hojas interiores más jóvenes. Al preservar el punto de crecimiento central, la planta se ve estimulada a producir continuamente nuevas hojas desde su centro, extendiendo la cosecha durante varias semanas o incluso meses.

Para aplicar esta técnica correctamente, es importante utilizar las herramientas adecuadas. Unas tijeras de cocina afiladas o un cuchillo pequeño y limpio son ideales. Realiza cortes limpios cerca de la base de la hoja, teniendo cuidado de no dañar el tallo principal o la corona de la planta. Cosecha solo lo que necesites para el consumo inmediato, ya que las hojas de rúcula son mejores cuando están frescas. Esta recolección regular y moderada mantiene a la planta en un ciclo constante de producción.

Este método de recorte no solo proporciona una cosecha prolongada, sino que también ayuda a mantener la salud de la planta. Al eliminar las hojas más viejas, se mejora la circulación de aire a través de la planta, lo que puede reducir el riesgo de enfermedades fúngicas. Además, la cosecha frecuente envía señales a la planta para que continúe invirtiendo su energía en la producción de follaje en lugar de prepararse para la floración, lo que ayuda a retrasar el espigado, especialmente a medida que las temperaturas comienzan a subir.

El método de «cortar y volver a crecer»

La técnica de «cortar y volver a crecer» es la forma más sostenible de cosechar rúcula en un huerto casero. El proceso debe comenzar una vez que las plantas hayan formado una roseta saludable y las hojas exteriores hayan alcanzado un tamaño deseable, generalmente de unos diez centímetros de largo. En lugar de arrancar la planta entera, selecciona cuidadosamente las hojas más grandes y externas para la cosecha. Esto permite que la planta siga siendo un sistema vivo y productivo en tu huerto.

Al cosechar, es crucial dejar al menos un tercio de las hojas en la planta, concentrándose en preservar las más pequeñas y céntricas. Estas hojas jóvenes son la «fábrica» futura de la planta, y el cogollo central es su motor de crecimiento. Eliminar demasiado follaje de una sola vez puede estresar a la planta y ralentizar su capacidad de recuperación y rebrote. Una regla general es no cosechar más del 30-50% de la planta en una sola vez.

La frecuencia de la cosecha dependerá de la velocidad de crecimiento de tus plantas, que a su vez está influenciada por factores como la temperatura, la luz y la fertilidad del suelo. En condiciones ideales de primavera u otoño, es posible que puedas realizar una pequeña cosecha cada pocos días. Observa tus plantas; ellas te indicarán cuándo están listas para otro recorte. Un flujo constante de cosecha estimula un flujo constante de nuevo crecimiento, creando un ciclo productivo virtuoso.

Este método es particularmente eficaz para los cultivos de rúcula sembrados de forma densa en bancales o contenedores. Puedes usar tijeras para cortar una sección completa del bancal a unos dos o tres centímetros por encima del nivel del suelo, dejando las bases de las plantas para que rebroten. Este enfoque es más rápido para cosechas más grandes y, si se hace correctamente, las plantas producirán una segunda e incluso una tercera cosecha de hojas tiernas.

Recorte para retrasar la floración

Uno de los principales objetivos del recorte estratégico de la rúcula es retrasar la floración, comúnmente conocida como espigado. Cuando una planta de rúcula comienza a espigar, desvía su energía de la producción de hojas a la producción de un tallo floral, flores y, finalmente, semillas. Este cambio hormonal también altera la composición química de las hojas, haciéndolas significativamente más amargas y fibrosas. La cosecha regular es una de las herramientas más efectivas para mantener la planta en su fase de crecimiento vegetativo.

Al recortar constantemente las hojas exteriores, estás indicando a la planta que necesita seguir produciendo más follaje para la fotosíntesis y la supervivencia. Esto puede «engañar» a la planta para que retrase su transición a la fase reproductiva. Es una carrera contra el tiempo, especialmente cuando los días se alargan y las temperaturas aumentan, pero cada cosecha adicional que logras antes de la floración es una victoria para el jardinero.

Tan pronto como observes que un tallo comienza a emerger del centro de la roseta, estás presenciando el inicio del espigado. En este punto, tienes una decisión que tomar. Puedes «pinzar» o cortar este tallo floral tan pronto como aparezca. En algunos casos, esto puede animar a la planta a producir algunas hojas laterales más, extendiendo la cosecha un poco más, aunque la calidad del sabor puede empezar a disminuir.

Sin embargo, una vez que el proceso de floración está en marcha, es en gran medida irreversible. La estrategia más práctica, una vez que el tallo floral es evidente, es realizar una cosecha final de toda la planta antes de que el sabor de las hojas se deteriore por completo. Aunque el espigado marca el final de la cosecha de hojas, no tiene por qué ser el final de la utilidad de la planta; las flores son comestibles y las semillas pueden ser recolectadas.

Manejo de las plantas después del recorte

Después de cada recorte o cosecha, la planta necesita recursos para recuperarse y producir nuevo crecimiento. Un riego adecuado inmediatamente después de la cosecha es beneficioso, ya que ayuda a reducir el estrés de la planta y asegura que tenga la humedad necesaria para iniciar el rebrote. Mantén el suelo consistentemente húmedo, pero no encharcado, en los días siguientes al recorte para apoyar el desarrollo de nuevas hojas.

Un ligero aporte de nutrientes también puede ser muy útil, especialmente si estás realizando múltiples cosechas de las mismas plantas. Después de recortar, puedes aplicar una fina capa de compost tamizado alrededor de la base de las plantas o regar con un fertilizante líquido orgánico diluido, como té de compost o emulsión de pescado. Esto repone los nutrientes que la planta ha utilizado para producir las hojas que acabas de cosechar y le proporciona el combustible necesario para la siguiente ronda de crecimiento.

Continúa monitoreando las plantas en busca de signos de plagas o enfermedades, ya que los cortes frescos pueden ser, en teoría, puntos de entrada para patógenos. Sin embargo, este riesgo es mínimo si utilizas herramientas limpias y si la planta está sana y vigorosa. Un buen flujo de aire y unas condiciones de crecimiento saludables son la mejor defensa. Elimina cualquier hoja que parezca enferma o dañada durante tus cosechas regulares.

Es importante reconocer cuándo una planta ha llegado al final de su ciclo productivo. Después de varias cosechas, es posible que notes que el rebrote es más lento y las hojas son más pequeñas o de menor calidad. En este punto, es mejor retirar la planta y compostarla. Es por eso que la siembra sucesiva, comenzando un nuevo lote de semillas cada pocas semanas, es una estrategia tan importante. Asegura que siempre tendrás plantas jóvenes y vigorosas listas para reemplazar a las más viejas.

📷 Flickr / Szerző: Maja Dumat / Licence: CC BY 2.0

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