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La plantación y propagación de la dalia

La plantación y la propagación son dos de los procesos más gratificantes en el cultivo de dalias, ya que marcan el inicio del ciclo de vida de la planta y ofrecen la oportunidad de multiplicar tus variedades favoritas. Un correcto manejo durante la plantación es fundamental para establecer una base sólida que asegure plantas sanas y una floración espectacular. Esto implica elegir el momento adecuado, preparar el tubérculo y el suelo meticulosamente, y seguir una técnica de plantación que promueva un desarrollo radicular óptimo. Del mismo modo, dominar las técnicas de propagación, ya sea por división de tubérculos o por esquejes, te permitirá no solo aumentar tu colección de dalias de forma económica, sino también compartir tus plantas con otros entusiastas del jardín.

El momento de la plantación es crítico para el éxito inicial de las dalias. Los tubérculos no deben plantarse en el exterior hasta que todo peligro de heladas haya pasado y el suelo se haya calentado a una temperatura de al menos 15°C. Plantar en un suelo demasiado frío y húmedo es una de las principales causas de la pudrición de los tubérculos antes de que tengan la oportunidad de brotar. Para adelantar la temporada, muchos jardineros optan por pre-brotar los tubérculos en el interior unas cuatro a seis semanas antes de la fecha de la última helada. Esto se hace colocando los tubérculos en bandejas con un poco de sustrato ligeramente húmedo en un lugar cálido y luminoso, lo que les da una ventaja inicial y resulta en una floración más temprana.

Antes de plantar, es crucial inspeccionar cada tubérculo detenidamente. Un tubérculo viable debe tener al menos un «ojo» o yema de crecimiento visible, que generalmente se encuentra en la corona, donde el tubérculo se unía al tallo del año anterior. Los tubérculos que están blandos, arrugados o muestran signos de moho deben desecharse, ya que es poco probable que crezcan y podrían introducir enfermedades en el suelo. Si vas a plantar un grupo de tubérculos que no ha sido dividido, asegúrate de que el tallo viejo del año anterior esté presente, ya que las yemas de crecimiento se forman en su base.

La técnica de plantación en sí misma es sencilla pero requiere atención a los detalles. Cava un hoyo de unos 15-20 centímetros de profundidad y lo suficientemente ancho como para acomodar el tubérculo o el grupo de tubérculos. Coloca el tubérculo en el fondo del hoyo horizontalmente, con los ojos o yemas de crecimiento apuntando hacia arriba. Si estás instalando un tutor, este es el momento de clavarlo junto al tubérculo. Cubre el tubérculo con unos 5-7 centímetros de tierra, dejando una ligera depresión. A medida que el brote crezca, irás rellenando gradualmente el hoyo hasta que esté a nivel con el suelo circundante, lo que fomenta un sistema radicular más fuerte.

Un error común es regar abundantemente los tubérculos justo después de plantarlos. A menos que el suelo esté extremadamente seco, es mejor no regar en el momento de la plantación. El tubérculo contiene suficiente humedad y nutrientes para iniciar el crecimiento del brote. Un exceso de agua en esta etapa, cuando aún no hay raíces activas para absorberla, puede provocar la pudrición del tubérculo. Comienza a regar de forma regular solo cuando el brote haya emergido del suelo y muestre un crecimiento activo.

La preparación del suelo para la plantación

La preparación del suelo es, sin duda, uno de los factores más determinantes para el éxito a largo plazo de tus dalias. Estas plantas prosperan en un suelo rico en materia orgánica, con buen drenaje y una estructura suelta que permita el fácil desarrollo de sus raíces tuberosas. El primer paso es seleccionar una ubicación que reciba un mínimo de seis horas de sol directo al día. Una vez elegido el lugar, es fundamental trabajar la tierra a una profundidad considerable, idealmente entre 30 y 40 centímetros, para romper cualquier compactación y asegurar una buena aireación en la zona radicular.

La mejora del suelo mediante la adición de enmiendas orgánicas es un paso no negociable. Incorpora una generosa cantidad de compost bien maduro, estiércol descompuesto o humus de lombriz al suelo que has cavado. Estos materiales no solo aportan nutrientes esenciales de liberación lenta, sino que también mejoran drásticamente la estructura del suelo: en suelos arcillosos, ayudan a separar las partículas finas, mejorando el drenaje y la aireación; en suelos arenosos, aumentan la capacidad de retención de agua y nutrientes. Mezcla bien las enmiendas con la tierra original para crear un medio de cultivo homogéneo y fértil.

Además de la materia orgánica, es beneficioso realizar un análisis básico del suelo para ajustar la fertilidad inicial. Antes de plantar, puedes incorporar un fertilizante equilibrado bajo en nitrógeno, como un 5-10-10 o similar. El nitrógeno fomenta el crecimiento del follaje, y un exceso al principio del ciclo puede resultar en plantas débiles y con pocas flores. En cambio, el fósforo (el segundo número) es crucial para el desarrollo de raíces fuertes, y el potasio (el tercer número) contribuye a la salud general de la planta y a la calidad de la floración. Espolvorea el fertilizante en el fondo del hoyo de plantación y mézclalo ligeramente con la tierra antes de colocar el tubérculo.

Finalmente, considera la importancia del pH del suelo. Las dalias prefieren un suelo ligeramente ácido a neutro, con un pH entre 6.5 y 7.0. En este rango, la disponibilidad de nutrientes es óptima. Si tu suelo es muy ácido o alcalino, las plantas tendrán dificultades para absorber ciertos elementos esenciales, lo que puede manifestarse como deficiencias nutricionales (por ejemplo, hojas amarillentas). Utiliza un kit de prueba de pH para evaluar tu suelo y, si es necesario, ajústalo añadiendo cal para subir el pH o azufre para bajarlo, siguiendo siempre las instrucciones del producto y aplicándolo varias semanas antes de la plantación.

La propagación por división de tubérculos

La división de los tubérculos es el método más común y fiable para propagar dalias. Esta práctica no solo te permite obtener nuevas plantas idénticas a la planta madre, sino que también es beneficiosa para la salud de la propia planta, ya que evita que los grupos de tubérculos se vuelvan demasiado grandes y congestionados, lo que puede reducir su vigor y floración. El mejor momento para dividir los tubérculos es en la primavera, justo antes de plantarlos, cuando los «ojos» o yemas de crecimiento son más visibles y fáciles de identificar.

Para empezar, toma el grupo de tubérculos que almacenaste durante el invierno y límpialo suavemente para eliminar el exceso de tierra o medio de almacenamiento. Inspecciona cuidadosamente la corona, que es la zona donde los tubérculos se unen al tallo del año anterior. Los ojos, que se convertirán en los nuevos tallos, aparecen como pequeñas protuberancias rosadas o moradas en esta área. Es absolutamente crucial que cada división que hagas contenga al menos un ojo y una porción de la corona, ya que un tubérculo individual sin un ojo no brotará.

Utilizando un cuchillo afilado y limpio o unas tijeras de podar robustas, realiza cortes limpios y decididos para separar el grupo en secciones. Cada sección debe consistir en uno o más tubérculos carnosos, una porción de la corona y al menos un ojo viable. Ten paciencia y planifica tus cortes antes de hacerlos. Después de hacer un corte, puedes espolvorear la superficie cortada con azufre en polvo, un fungicida natural que ayuda a prevenir la pudrición sellando la herida. Deja que las divisiones se sequen al aire durante unas horas o un día antes de plantarlas.

Una vez divididos, los nuevos tubérculos están listos para ser plantados siguiendo el mismo procedimiento que para un tubérculo no dividido. Este método te permite transformar un solo grupo de tubérculos en varias plantas nuevas, expandiendo tu jardín o compartiendo tus variedades favoritas. Recuerda etiquetar cada división si estás trabajando con múltiples variedades para mantener un registro preciso. La división regular, cada uno o dos años, mantendrá tus dalias rejuvenecidas y productivas temporada tras temporada.

La propagación por esquejes

La propagación por esquejes es una técnica muy eficaz que permite obtener un gran número de plantas nuevas a partir de un solo tubérculo. Este método es especialmente popular entre los cultivadores comerciales y los expositores, ya que produce plantas vigorosas que a menudo florecen antes que las cultivadas a partir de tubérculos plantados directamente en el jardín. El proceso comienza a finales del invierno o principios de la primavera, «despertando» los tubérculos almacenados en el interior para que produzcan brotes tiernos que se convertirán en los esquejes.

Para iniciar el proceso, coloca tus tubérculos en una bandeja con un sustrato ligero y ligeramente húmedo, como turba o vermiculita, cubriendo solo la mitad inferior de los tubérculos. Mantén la bandeja en un lugar cálido (alrededor de 20°C) y con buena luz, como un invernadero o cerca de una ventana soleada. En unas pocas semanas, los ojos de los tubérculos comenzarán a brotar. Espera a que estos brotes alcancen una altura de unos 8-10 centímetros y tengan al menos dos pares de hojas.

Para tomar el esqueje, utiliza un cuchillo o bisturí afilado y esterilizado. Realiza un corte limpio en la base del brote, justo donde emerge de la corona del tubérculo. Es importante intentar tomar una pequeña porción del tejido de la corona con el esqueje, ya que esto a menudo mejora la tasa de enraizamiento. Una vez cortado, retira el par de hojas inferior del esqueje. Puedes sumergir la base del esqueje en una hormona de enraizamiento en polvo o en gel para estimular un desarrollo radicular más rápido y robusto, aunque no siempre es estrictamente necesario.

Inserta la base del esqueje preparado en una maceta pequeña o una bandeja de semillero llena de un sustrato de enraizamiento estéril y bien drenado, como una mezcla de turba y perlita. Riega suavemente y cubre las macetas con una bolsa de plástico transparente o una cúpula de propagación para crear un ambiente húmedo. Coloca los esquejes en un lugar cálido con luz indirecta brillante. En unas 2-4 semanas, los esquejes habrán desarrollado sus propias raíces. Una vez que estén bien enraizados y muestren nuevo crecimiento, pueden ser trasplantados a macetas más grandes y aclimatados gradualmente a las condiciones exteriores antes de su plantación definitiva en el jardín.

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